sábado, 12 de abril de 2014

Museo, templos y juegos en el Summercamp de primavera

El final del primer día completo en Siem Reap llegó con una película. Como era su cumpleaños, le tocó elegir Chariya. Por propia voluntad y por aclamación popular, eligió "Kung Fu Panda". Eligió bien; a todos los niños le gustó. Con la proyección, se dio por concluida una jornada en la que el único hecho relevante, además de la diversión, fue la "intervención de urgencia" para limpiar unas heridas infectadas que tenía Ratana, fruto de su recién sufrida varicela. El doctor Pablo actuó sin titubear y el paciente aguantó como un león.

El día siguiente comenzó más temprano que de costumbre; tocaba visita al exterior. Alrededor de las siete y media de la mañana estábamos formando delante de los autobuses. El plan del día indicaba:

  • Visita a pagoda
  • Museo Nacional de Angkor
  • Comida en el centro
  • Visita a los templos de Angkor
  • Cena y baile
Listos para la primera visita

No salimos más tarde de las ocho y en poco tiempo los niños realizaban ofrendas en una pequeña pagoda cerca del Palacio Real de Siem Reap. De allí al Museo Nacional de Angkor, apenas había cinco minutos. Una vez dentro, tuvimos la suerte de contar con varios guías que nos mostraron todas las salas en grupos de no más de veinte niños. Los pequeños escuchaban con atención las historias sobre el origen del Imperio Khmer, sus cultos y creencias y, por supuesto, los templos de Angkor. A pesar de que algún niño se agotó con tantos datos y leyendas, no cabe duda de que fue una visita interesante, nueva para todos y, sin duda, refrescante, porque con el aire acondicionado hasta pasamos frío, cosa que se agradece. 

 Visita al Museo Nacional de Angkor

Con un montón de información en la cabeza, nos dirigimos de vuelta al centro de PSE en Siem Reap. Nos esperaba una comida que, como todas hasta la fecha, nos está sorprendiendo por su calidad. A la base de arroz, por supuesto, se le añadió una especie de tortilla, verduras y salsa de tamarindo que nos había sobrado la noche anterior. Tras una siesta más reparadora para algunos y que para otros, de nuevo nos encontrábamos formando, esta vez para poner rumbo a los templos de Angkor Wat.

Como la visita era corta, a Pablo y a mí no nos compensaba pagar la entrada, por lo que esperamos pacientemente en la explanada previa al recinto. En cualquier caso, la cámara no descansó y fotografió en apenas una hora varios cientos de fotos, de los que aquí sólo recojo unas cuantas.



 Visita a Angkor Wat

El resto del día, a pesar de que podía parecer tranquilo, no lo fue tanto. El punto programado de "Cena y baile" se invirtió. Más bien se convirtió en "Baile, cena y baile". De vuelta a casa, el conductor puso un CD con canciones que todos conocían y el autobús de vuelta se convirtió en una improvisada sala de fiestas. Los niños no paraban de cantar; algunos incluso bailaban. Cuando llegamos al centro, la cena nos esperaba. Tras ella, la fiesta continuó y tras la fiesta llegó la que quizás sea la noche más tranquila de todas las de estos días. Los niños cayeron redondos. Al fin y al cabo, habíamos hecho dos excursiones en el mismo día.

En estas fechas, en Siem Reap hay un sinfín de actividades. En nuestro afán por aprovecharlas todas, esta mañana hemos vuelto a salir. Nuestro destino era nuevamente los templos, pero no para visitarlos, sino para participar, como el año pasado, en los juegos tradicionales que se organizan en los alrededores. Siendo un grupo tan numeroso, hemos ocupado nuestro propio espacio y hemos podido jugar todos juntos. En la mayoría de juegos, los chicos jugaban contra las chicas. Evito decir quién ha ganado para no herir sensibilidades.



 Juegos tradicionales

Esta tarde promete ser una tarde tranquila; toca tiempo libre. Sólo ahora, al acabar de escribir esta entrada, empiezo a oír alboroto en el exterior. Quizás haya espacio para alguna sorpresa.

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