viernes, 6 de diciembre de 2013

Boda de Vichhika y Mengsry. La ceremonia y el banquete

De rosa y oro, como manda la tradición (o la moda), se vistió Mengsry el sábado por la mañana para iniciar la primera ceremonia del día: el Hai Goan Gomloh o la Procesión del Novio. Apenas había amanecido en Ta Khmao cuando Mengsry emprendía camino a casa de Vichhika. Lo hacía escoltado por sus orgullosos y aún somnolientos padrinos, quienes, vestidos como él, lo protegíamos del sol naciente con unas sombrillas, y acompañado por un gran séquito compuesto por su familia y amigos.

La procesión, como el resto de ceremonias, recordó uno de los ancianos rituales de la boda del príncipe Preah Thong con la princesa Neang Neak. En este caso pretendía recrear el viaje del príncipe al encuentro de la princesa. El séquito del príncipe, como el de Mengsry, traía regalos para la familia de su prometida. Los regalos que aportaba Mengsry eran fruta y postres que se ofrecieron más tarde a la familia de Vichhika. El recorrido fue animado por músicos y cantantes que con sus coros anunciaban la llegada de Mengsry al vecindario.

Una vez en la puerta de la casa de Vichhika, sus padres, actuando en su representación, revisaron los bienes que aportaba Mengsry y aceptaron su ofrenda. El emisario de Mengsry, su tío, anunció la buena noticia al séquito, que terminó por ser invitado a entrar en la casa. Fue entonces cuando Mengsry vio por primera vez, oficialmente, a Vichhika.

Recepción de las ofrendas 

Reunidas las dos familias, se procedió a continuación al Rito de la Purificación, el Gaat Sah, que pretende “limpiar” a la pareja y prepararla para el matrimonio. Antes de ello, el primer cambio de vestuario: el rosa dejó paso al naranja, también para nosotros. Presidido por un monje que acompañaba a la pareja, el rito consistió en una representación casi teatral, a veces cómica, de escenas del matrimonio. La representación se realizó delante de los contrayentes que estaban flanqueados por sus respectivos padrinos. Tres hombres por parte del novio – Pablo, Monoron y yo – y tres mujeres por parte de la novia – tres chicas del internado de PSE.

Sin duda, los grandes protagonistas de la comedia fuimos Pablo y yo. El rito se representó delante de todos los asistentes y los comediantes que simulaban el teatro hicieron constante referencia a nosotros, hasta tal punto que nos invitaron a cantar enfrente de todos los invitados. Mi barba, por otra parte, era foco de risas y durante la comedia sabía que se referían a mí en cuanto pronunciaban la palabra pukmua, precisamente, barba.

Risas durante la ceremonia

Tras la representación de las escenas, el monje concluyó el rito invitando a los familiares y amigos a cortar el pelo y perfumar a los novios. Al cortar el pelo, o más bien simular que se hace, se suprime todo lo accesorio e inmaterial, así como la mala suerte. A través del perfume y el agua se purifica a los novios. Como padrinos, nuestra misión en el rito consistía en proveer de tijeras y perfume a los familiares y amigos que se ofrecían a participar en la ceremonia, así como sujetar el jarrón de agua que los invitados utilizaban para “bautizar” a los novios.

Al Rito de Purificación le siguieron unos rezos oficiados por el monje budista como último paso previo al matrimonio. Estos rezos se conocen como Bang Chhat Madaiy u Honoración de los Padres. El respeto a la familia es muy importante en muchas tradiciones. También en la budista. Durante los rezos del Chhat Madaiy, el monje recordó a Vichhika y Mengsry los esfuerzos de sus padres por criarlos y proveerles de una educación, algo que tendrán que hacer ellos mismos cuando tengan descendencia. Quizás el símbolo más interesante de la ceremonia fue la sombrilla con la que Vichhika debía proteger a su madre.

Una ceremonia se sucedía tras otra con pausas entre medias, entre ellas la que nos permitió desayunar. En cada descanso, la pregunta más común que nos hacíamos "los extranjeros" era: ¿Pero se han casado ya? Hasta le momento la respuesta seguía siendo "No". Pero faltaba poco. Apenas dos ceremonias: Bongvul Pbopul (Bendiciones familiares) y Sompeas Ptem (Ceremonia de los Nudos). Fueron las últimas de la mañana.

Para representar la primera, un grupo de parejas casadas debían hacer un círculo alrededor de los novios. Lo hicieron y a continuación encendieron tres velas que fueron pasando de mano en mano en el sentido de las agujas del reloj, hasta completar siete vueltas. El por qué de las siete lo desconozco, pero sin duda es un "número mágico". Mientras lo hacían daban sus bendiciones a la pareja. Sólo lo podían hacer ellos, parejas casadas, ya que se supone que sólo ellas pueden transmitir buena suerte o, al menos, la suerte que necesitan los novios de cara al matrimonio.

Espectadoras siguiendo los diferentes ritos

Por fin llegamos al último rito de la mañana, el de la Ceremonia de los Nudos. "Los extranjeros" creímos entonces, sólo creímos, que para entonces los novios ya estaban formalmente casados. Los invitados que quisieron, uno a uno, desfilaron delante de los novios, que los esperaban sentados. Se detenían frente a ellos y les anudaban un hilo rojo en la muñeca a modo de pulsera. Más tarde nos comentaron que los novios, ya marido y mujer, deberían llevar las pulseras durante tres días para mantener la buena suerte. A la vez, los amigos aprovechaban para sacar fotos con las decenas de móviles, tablets y cámaras de foto que tenían.

Ya casados y cansados de tanto rito, especialmente Mengsry, a quien se le vio algún bostezo que otro durante las interminables ceremonias, tocaba la hora de comer. Así sería el plan de lo que quedaba por hacer el resto del día: comida y cena. Al menos eso creíamos. La comida fue rápida, sí. Sin necesidad de desplazamientos, almorzamos en las mesas que había alrededor de casa de Vichhika. Más tarde, la cena no sería igual de rápida. Descubrimos y experimentamos que era el momento donde los padrinos teníamos más trabajo.

Desde primera hora de la tarde, un salón improvisado en las pistas cubiertas de baloncesto de PSE estaba preparado para acoger el banquete. Nunca se había visto una cosa igual. Los niños esperaban impacientes ver llegar a los invitados y las niñas se agolpaban en la puerta de la habitación donde Vichhika se cambiaba de vestido (tres veces durante la cena). Mientras, los padrinos, alineados en dos filas en la entrada del salón, recibíamos desde las cinco de la tarde, uno a uno, a los más de cuatrocientos invitados repartidos en cuarenta mesas de diez. Los tres hombres y las tres chicas los saludábamos: Chum rep sua! Pablo, el primero de la fila, les entregaba un llavero que cogía de un cuenco que yo sostenía. Las chicas hacían lo propio en su fila. La mayoría, por la novedad, querían coger el regalo de nuestro lado.

Padrinos, novios y damas de honor recibiendo a los invitados

Si duda, Pablo y yo fuimos las atracciones de la tarde. Conocíamos a casi todos los invitados. Quienes no eran trabajadores de PSE eran miembros de las respectivas familias con quienes habíamos coincidido durante la tarde anterior y la misma mañana. Nuestros compañeros de trabajo eran los más sorprendidos al vernos vestidos con los trajes tradicionales. Fueron incontables las veces en que nos repitieron saart, guapos. El piropo sólo competía con la expresión Khmer style good! Durante el desfile de invitados, también nosotros hicimos de modelo. Primero vestidos de plata, después con un traje blanco (pantalones y chaqueta) y, finalmente, con nuestro traje occidental. Nos íbamos alternando para cambiarnos y sólo cuando todos los invitados estaban sentados pudimos nosotros hacer lo propio, ya con el traje que habíamos traído.

Una vez dentro, el banquete no distaba mucho de uno occidental salvo por la música omnipresente desde el escenario durante toda la cena. Incluso los novios hicieron su entrada en el salón de manera muy parecida a como lo haríamos en nuestra tradición. Fue en ese momento cuando alguien cogió un micrófono y los animó a besarse. Presionados por el círculo de personas que los rodeaba, "apenas" consiguió que se arrancasen un tímido beso en las mejillas y la frente. "Apenas" aparece deliberadamente entrecomillas; "apenas" porque probablemente era el primer beso que se daban.

Así, entre celebraciones y primeras veces, con esos primeros besos inocentes, acabó una jornada que había empezado muchas horas antes, cerca de las cuatro de la mañana. Había que descansar porque aún quedaba una jornada más de celebración. Una que no estaba escrita en las tradiciones ni en los manuales. Una que hizo que la boda fuera más especial si cabe.

Novios entrando en el salón y padrinos junto con niños de PSE 

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