miércoles, 25 de septiembre de 2013

La ¿constitución? del Parlamento

El hecho de que hayan transcurrido casi dos meses tras las elecciones generales en Camboya no quiere decir que la situación se haya normalizado. Nada es igual desde el pasado 28 de julio. Puede parecerlo, pero no lo es. No debería serlo.

El mismo día de las elecciones se publicaron unos resultados provisionales que indicaban un claro avance de la oposición, el Cambodian National Rescue Party (CNRP). Un avance que no era suficiente para romper el dominio del Cambodian's People Party (CPP) desde los ochenta. Un dominio que se plasma desde entonces en abuso de poder, control de las fuerzas de seguridad y la justicia. En definitiva, en una impunidad que permite al gobernante hacer y deshacer a su antojo.

Los primeros resultados fueron confirmándose a lo largo del mes de agosto. Tras los oficiosos del propio día de las elecciones llegaron los oficiales ni más ni menos que el diez de septiembre. Apenas bailó un escaño. Durante todo ese periodo la incertidumbre ha sido total. Ha incluido desde la retirada masiva de dinero en los bancos por miedo a perder los ahorros a la falta de crédito que los mismos bancos no querían conceder por si el receptor salía del país. También el incremento de precios en los comercios, con el arroz como ejemplo, cuyo precio llegó a duplicarse durante un par de semanas; la paralización de la actividad (industria textil), ralentización de las obras públicas, etc.

Mientras tanto, la oposición reclamaba una investigación seria. Los puntos más candentes han sido la impugnación del proceso electoral, criticando la acción parcial del National Election Committee (NEC) y la petición de ayuda a las Naciones Unidas. Todo ello acompañado de una movilización ejemplar, pacífica y quizás excesivamente controlada por un Hun Sen, el Primer Ministro, que lo único que tenía que hacer era esperar. Esperar a que se calmaran los ánimos, a que se aceptara lo inaceptable por hastío o por resignación.

Es exactamente eso lo que ha sucedido. No han servido ni las manifestaciones ni las miles de firmas recibidas por el Rey solicitando el retraso en la constitución del parlamento hasta que se aclaren todas las irregularidades del proceso. El pasado lunes se constituyó el parlamento camboyano. Lo hizo únicamente con los diputados del CPP. La oposición, ninguneada, acudirá cuando quiera. Lo acabará haciendo por responsabilidad institucional.

Quizás la estrategia más importante ahora para el CNRP sea cómo conseguir que su líder, Sam Rainsy, pueda ejercer de diputado. La estrategia es complicada. Parte de la necesidad de la renuncia a su cargo de un diputado electo y tras él, el de todos sus reservas para quizás, sólo quizás, poder aspirar a sustituirlo. Y es sólo quizás porque no pudo concurrir a las elecciones. Probablemente poco trascienda a la opinión pública de la actividad parlamentaria que pueda desarrollar el CNRP durante la legislatura, pero huir del parlamento no sería bien entendido por buena parte de los electores.

Hun Sen ha vuelto a ganar. Sólo ha tenido que esperar. Ha vuelto a ganar y se ha garantizado cinco años más en el poder. Ha vuelto a ganar, pero su liderazgo se ha visto por primera vez seriamente comprometido. Ha vuelto a ganar, pero esta vez sólo una batalla. La oposición tiene por primera vez mucho que decir en Camboya.

Diputados del CPP posan con el Rey Sihamoni tras la constitución oficial del parlamento

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