Cuando me enteré de la carrera, no dudé en querer participar. Ya estaba cerrado el plazo de inscripción, pero se podía correr sin dorsal. La oportunidad de correr por las calles de Phnom Penh sin tener que preocuparse de los coches y las motos se presentaba como una liberación de la cinta de correr matutina. Al final he podido participar con el número de un compañero de PSE que a última hora había sufrido una lesión. Lo que no sé es si podré acreditar el tiempo porque, en medio de la confusión del final de la carrera, nadie ha recogido el chip que medía la salida, el paso por los cinco kilómetros y la llegada a meta.
La hora de la carrera ha sido intempestivamente necesaria. Intempestivamente necesaria porque con el sol mínimamente alto, correr es literalmente imposible debido al calor y la humedad. La media maratón comenzaba a las seis de la mañana y en intervalos de diez minutos, las carreras de diez y tres kilómetros. En esta última participaban los niños de PSE, más de cien.
Sólo frente a la carretera, o más bien rodeado de otros corredores solitarios, comenzaba a correr por un asfalto sin motos ni coches, disfrutando de otra manera de ver la ciudad. En medio de la carrera he descubierto muchas cosas y conocido a mucha gente. He descubierto que muchos de los corredores camboyanos no son constantes. Corrían, paraban, descansaban y volvían a correr. He descubierto también edificios coloniales ocultos que pasan desapercibidos al ritmo de la moto. He conocido a mucha gente, a los corredores más rápidos por ejemplo. En la carrera los veía al cruzarnos en las rectas de doble sentido. Más tarde los he saludado en el área de meta. Entre ellos, Sampoas, un alumno de PSE que ha quedado tercero en los diez kilómetros. Entre los participantes, camboyanos, extranjeros. Disfrazados, sin disfrazar. Gente que venía de empresas, de ONGs. Me quedo con el hecho de haber compartido parte de la carrera con un corredor al que le faltaba una pierna pero que tenía más empuje que el resto, con otro par de extranjeros con los que he corrido otro tramo y con los ánimos de los voluntarios y público especialmente al final de la carrera.
Ahora sólo quedan dos cosas: esperar a los resultados oficiales de la carrera y pensar en el próximo reto. El resultado oficial será ligeramente mejor que en la San Silvestre en un recorrido con un desnivel más equilibrado. El próximo reto quizás sea la media maratón de Angkor. Eso sí, sin la camiseta corte imperio oficial de la carrera. Esa sí, una y no más.
NOTA: Resumen de la carrera para que conste en acta.
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