lunes, 10 de junio de 2013

Karaoke. La "cara B"

Ayer escribí sobre la cena y la noche de karaoke que compartí con los compañeros del Departamento Social de PSE. Lo intenté hacer en un tono gracioso. Al menos todo lo gracioso que se puede ser en la entrada de un blog. Hoy, en un tono completamente diferente, me gustaría hablar de la “cara B” de la visita.

Cuando Leakhena, la responsable del Departamento Social, nos invitó a Pablo y a mí a compartir una tarde con los compañeros de su área, nos quería mostrar también una realidad de Camboya que, si bien no desconocíamos, sí nos resultaba bastante lejana. Una realidad mucho más sórdida, la explotación de la mujer en Camboya.

Leakhena, por su experiencia y responsabilidad actual, es una de las piezas claves de la organización. Antigua niña del vertedero, fue acogida, adoptada y educada por Christian y Marie-France, los fundadores de PSE. Conoce como nadie la situación de los niños y las familias a las que ayuda la organización. Con ella compartimos numerosas conversaciones sobre los problemas a los que se enfrenta cada día. Últimamente hablamos mucho sobre drogas, prostitución y la dificultad de erradicarlos.

Las drogas y la prostitución son difíciles de erradicar porque suponen una fuente de dinero rápido y fácil. Es una combinación “perfecta” para gente que vive en la miseria. Permite sobrevivir. Es una combinación envenenada. La envenenan las consecuencias lógicas de vivir en el mundo de la marginalidad y las drogas y las convenciones sociales en Camboya que, lejos de condenar ciertas actitudes, las facilitan, especialmente en el mundo de la prostitución.

En muchos locales de ocio de Phnom Penh, es habitual ver dos hileras de sillas con chicas sentadas haciendo pasillo en la entrada esperando a que lleguen los clientes. Son chicas de compañía. Cuando llegué aquí pensaba que eran locales de alterne pero, tras la cena con los asistentes sociales, descubrí que es algo muy extendido. Esos locales suelen ser restaurantes, karaokes o discotecas a las que se puede acudir con amigos o incluso con la familia. Queda a disposición del cliente elegir si quiere "compañía" o no.

Cuando, tras salir de PSE junto con el resto de asistentes sociales, llegamos al local donde íbamos a cenar, me impactó tremendamente cruzar el pasillo con las dos hileras de sillas con chicas que se ofrecían a acompañarnos durante la cena. Ante nuestro asombro, los asistentes nos explicaron que son chicas de compañía que cenan contigo y, en principio, "nada más". Ese "algo más" sólo pasa en ciertos locales. Nos dijeron también que trabajando las tardes y noches de los fines de semana pueden ganar alrededor de 60-70 dólares al mes. Es el equivalente a un sueldo. Si, además, se prostituyen, la cifra puede subir a unos 300 dólares al mes, incluso más.

Se me cayó el alma a los pies cuando, más tarde, Leakhena nos contaba que durante las visitas nocturnas a los barrios donde viven familias a las que ayudamos, los asistentes sociales habían identificando a chicas de PSE en locales como el karaoke donde estábamos. Se me cayó el alma a los pies más que por el hecho en sí, por pensar que es algo generalizado. Algo extendido y, más grave, algo aceptado. No eran locales destinados al público extranjero, a ese aborrecible tipo de turista sexual. No. Eran locales destinados a un público camboyano. Lógicamente, nosotros no pedimos que ninguna chica nos acompañara. Durante la cena, cenamos todos juntos. Más tarde, cuando bajamos a la sala del karaoke y enviadas por los responsables del local, sí entraron con nosotros tres chicas. Se sentaron con nosotros y se limitaron a estar allí durante las dos horas que estuvimos cantando. Supongo que debió ser una alivio para ellas no tener que hacer nada. En todo caso, salieron corriendo por la puerta en el momento en que decidimos marchar.

En el camino de vuelta a casa comencé a pensar en las cosas que estoy viviendo en Camboya. Muchas son buenas y muchas son muy duras. Son cosas que chocan mucho. Cosas como éstas. Cosas que me hacen valorar aún más lo que soy y lo que tengo. Cosas que me hacen dar gracias. En el camino de vuelta pensé también que me reconforta saber que hay gente que se esfuerza porque especialmente las niñas tengan acceso a una educación y no tengan que recurrir a estos métodos para ganar un salario digno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario