La fiesta fue un auténtico reencuentro de profesores con alumnos. De muchos trabajadores de PSE con los que hace poco eran niños recién llegados de la calle. La verdad es que no entendía lo que decían cuando hablaban, pero supongo que serían cosas como "cuánto has crecido", "cuánto has cambiado", "¿te acuerdas cuando...?" o, sobre todo, "me alegro de que te vaya bien".
Su testimonio es importante porque pueden ayudar a muchos en su misma situación. De mil maneras. Aportando parte de lo que ganan a cualquier ONG, facilitando desde sus empresas oportunidades a otros jóvenes con sus mismos problemas o, sencillamente, siendo referentes activos en sus comunidades. Ellos son los verdaderos referentes del cambio social.
Por lo demás, toda fiesta es un momento de celebrar. La ocasión lo merecía y celebramos. Niños, jóvenes y mayores. Comimos, bebimos y bailamos. Comimos mucho, bebimos menos y bailamos más. Desde canciones tradicionales camboyanas hasta la "macarena" y el "aserejé". Son las cosas de la globalización. Espero que el año que viene vengan todavía más antiguos alumnos con sus historias de éxito.
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