viernes, 15 de febrero de 2013

Primera semana en Camboya

ចូលស្ទឹងតាមបទ ចូលស្រុកតាមប្រទេស។
"Negotiate a river by following its bends, enter a country by following its customs"
Cambodian proverb

Hace apenas siete días estaba en Madrid imaginando cómo sería Camboya y hoy se cumple ya una semana desde que llegué. Todo es a la vez tal como lo imaginé y completamente distinto. La gente, las calles, los olores, el caos. La gente es distinta - más bien aquí el diferente soy yo -. Actúa, camina y habla de forma distinta. Los olores tan pronto son exóticamente especiados e incensados como podridos y nauseabundos. Y el caos, todo es caótico, anárquico, incomprensible y, sin embargo, parece haber un cierto orden que lo regula todo.

Llegué el viernes pasado, tal como estaba previsto. En hora, tanto yo como las maletas. El primer trámite, el control de pasaportes, superado sin problemas a pesar de que era realmente difícil entenderse con los oficiales de aduanas. Tenía mi visa aprobada. Mis maletas me esperaban y me esperaba también Kosal, un conductor de PSE que me llevó al centro. Desde la furgoneta, las primeras sensaciones. El calor y la humedad, un gran contraste viniendo del invierno de Madrid. Una marea de motos, los primeros tuk tuks, todos avanzando lentos, pero sin parar. Mucha gente en las calles. En cada casa un pequeño comercio (venta de refrescos, platos locales, fruta). Muchos niños pequeños y pocas personas mayores. Casas bajas y mucho contraste, desde chabolas a apartamentos novísimos. Una sensación de suciedad, no sé si debida a la dejadez o a la multitud de andamios y obras.

Por fin llego a Stung Meachchey, el barrio del antiguo vertedero donde trabaja PSE. A ambos lados de la entrada principal, la "Boutique PSE", donde se venden productos confeccionados por la organización y el "Lotus Blanc" donde los niños hacen prácticas de restauración. La tienda hace de recepción improvisada. Allí me hacen esperar a Malim, que me ayudará a instalarme, y allí conozco a Annick, que está ayudando a reorganizar la tienda y a Camille quien, junto con Simon y como yo, acaba de llegar a Phnom Penh apenas hace un par de días. Malim, junto con unos chicos que me ayudan con las maletas, me acompaña a la Guest House, donde me instalaré hasta el día 20. Para entonces debería haber encontrado un apartamento en el centro. La Guest House es un oasis en medio de la barriada. La gestiona la escuela de hostelería de PSE y consigue que no eche de menos ninguna comodidad.


Tras instalarme, me reencuentro con Paul, a quien había conocido la semana anterior en París. Con él, las primeras conversaciones sobre la organización. Él fue mi primer guía del centro. El viernes recorrimos juntos las instalaciones de PSE y el sábado el centro de Phnom Penh. El domingo fue tranquilo, de aclimatación al tiempo y al horario. Por la tarde una breve escapada a Phnom Penh para ver a Véronique, una compañera de GERES que había llegado la semana anterior y que seguro podía compartir conmigo su experiencia de expat.

Y de repente llegó el lunes, el primer día de trabajo. Muchas gente, muchas caras, muchos nombres, muchas cosas que hacer y muchas ganas. Junto conmigo, se incorporaban el lunes oficialmente Camille, Simon y Clémentine. La historia de Camille y Simon es muy especial. Llevan más de seis meses viajando por Asia en tándem. Juntos han hecho más de 9.000 km. Lo han contado todo en su blog Nez à nez. Los últimos cinco meses de su aventura los van a pasar en PSE. Camille colaborará con el departamento de relaciones con empresas y Simon como profesor de francés. Seguro que comparto con ellos muchos momentos. Respecto a Clémentine, está estudiando en la Universidad de Phnom Penh y quiere hacer algo diferente con su tiempo libre. Los cuatro, a lo largo de toda la semana hemos participado en las sesiones de integración para conocer los diferentes programas de PSE

Respecto a mi proyecto, tuve la ocasión de comenzar a organizarlo con Pich, el Director de PSE, a partir del martes. Mientras tanto, fui muy bien acogido por Nimeth, quien además de entrar al detalle sobre el funcionamiento diario y operativo de la organización, aprovechó para hacer dos gestiones muy importantes: Darme una cuchara para poder comer en la cantina con los estudiantes y apuntarme a su equipo de fútbol, los Blue Lander. Seguro que de ambas tengo ocasión de hablar en nuevas entradas del blog.

Las tardes las he ocupado en entrenamientos, visitas a Phnom Penh en busca de apartamento y cenas en el "Lotus Blanc". En Phnom Penh y a través de Fernando, Marisa y Cía. conocí a Viveka. Juntos cenamos en un restaurante cerca del Monumento de la Independencia donde compartimos ideas, motivaciones, recomendaciones de pisos, zonas y un largo etcétera. Seguro que con ella y Say Say Pablo hacemos buenas migas. Una de las tardes conocí también a Chhaya. Con él hablé español por primera vez en Camboya. Lo habla muy bien porque vivió durante un año en España. Creo que desde el primer día lo puedo considerar mi amigo.

De la primera semana me quedo con muchas cosas. Si tuviera que nombrar sólo tres serían por una parte la ilusión y las ganas que veo en los chicos de PSE por aprender un oficio y forjarse un futuro. Lo he visto cada noche cenando en el "Lotus Blanc" en la cara de los niños al atenderte y ofrecerte como postre una flambeada crêpe suzette preparada por ellos mismos. Por otra parte, me quedaría con las llamadas a casa vía Skype y las partidas de Apalabrados que hacen que no me sienta tan lejos y, por último los momentos compartidos con los primeros compañeros de viaje: Paul, Camille, Simon, Annick, Charlas, Albert, Vichhika y Meng Sry.

En esta primera semana son muchas las personas a las que he conocido. Muchos los lugares que he visitado y muchas las cosas que he aprendido. Y sólo ha sido la primera semana. Todavía tengo mucho que descubrir, mucho que aprender y mucho que contar...


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