sábado, 1 de diciembre de 2012

Decisiones de noviembre en París

"Nos vemos a las cinco de la tarde detrás de la Iglesia de Saint-Séverin". Parecía la cita de un mosquetero retándose en duelo, pero era donde me citó Fernando para conocernos. El día fue el nueve de noviembre, día de la Almudena y festivo en Madrid. Yo iba camino a Chicago pero hice escala en París.

La parroquia de Saint-Séverin había cedido sus instalaciones a Pour un Sourire d'Enfant para su reunión anual, donde en la primera jornada se celebraba el Consejo de Administración y en la segunda la réunion des antennes. A ella acudían cada año muchos miembros de la organización venidos de todos los puntos de Francia, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, España... Allí conocían de primera mano lo que se había hecho durante el año en Camboya y compartían sus experiencias sobre qué actividades habían hecho en sus respectivos lugares de origen para recaudar dinero.


Era una ocasión excepcional para conocer lo que hace PSE y conocer a la gente que trabaja en la organización. Y mereció la pena. Fernando fue la primera persona con quien me encontré. Él fue quien ese mismo día me presentó a su hijo Pedro y a Blandine, que me acogería en su casa. Ese mismo día cené con Fernando. Quería, lógicamente, que nos conociéramos para ver si encajábamos personal y profesionalmente para poder contarme las necesidades de PSE y presentarme formalmente al resto de la organización al día siguiente. Fue una cena muy agradable en un pequeño local de Saint Germain. A la vuelta a casa tuve una larga y agradable charla con Blandine, con quien hablé de muchas cosas como si nos conociéramos de toda la vida. Después de ambas conversaciones, estaba convencido de que el sábado sería un día importante. Y lo fue.

La mañana del sábado fue muy especial. Después de las presentaciones pertinentes, Pich, el responsable del centro de PSE en Camboya, repasó la actividad del año de la organización. La audiencia no podía ser más acogedora. Al fin y al cabo era la gente que, con su esfuerzo anual para recaudar dinero, sostenía la actividad en Phnom Penh. Todas y cada una de las ponencias me sirvieron para conocer mejor la organización. Fue por la tarde cuando me entrevisté con los responsables de la ONG. Querían conocerme y saber si les podría ayudar. Fue una entrevista coral - con seis personas - y muy especial.

Todo fue muy bien y para celebrarlo Fernando nos invitó a cenar a Pedro y a mí en Nos ancêtres les Gaulois, en la Île Saint Louis. Disfruté mucho de la compañía, de la comida, del lugar y, sobre todo, del momento. Acababa de surgir una oportunidad personal y profesional que me apetecía mucho emprender y lo compartía con las personas que lo habían posibilitado. Tenía al alcance de mis manos lo que llevaba tiempo deseando. El recorrido de vuelta a casa entre Notre-Dame y Saint Germain, por primera vez solo en esos días, fue muy especial. Tuve mucho tiempo para reflexionar, un tiempo mágico como en Midnight in Paris. Y la reflexión me llevaba decididamente a Camboya.


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