jueves, 29 de noviembre de 2012

Prólogo

La aventura en Camboya aún no ha comenzado y ya he conocido a muchas personas a las que tengo mucho que agradecer. Son quienes por su iniciativa, sus consejos o por su apoyo han conseguido que me atreva a dar este gran paso. Quiero que la primera entrada de este blog sirva para darles las gracias a todos ellos.

Me gustaría empezar por Mónica, quien me dio la oportunidad de conocer Pour un Sourire d'Enfant y que supo entender lo que quería hacer y encajarlo dentro de las necesidades de PSE. Gracias a ella he conocido a Pablo, Pedro, Fernando y Marisa, quienes me han transmitido la pasión por una organización en la que creen y a la que ayudan con todas sus fuerzas; una organización en la que creo yo también y a la que espero ayudar con todas mis fuerzas.


Quisiera agradecer también a Teresa sus primeros consejos. Sabía que llevaba tiempo trabajando para la Fundación CODESPA y fue la primera persona a quien acudí en busca de orientación. Fue ella también la primera persona que me llevó a Camboya al ponerme en contacto con un antiguo amigo, Juan Pedro.

Juan Pedro me hizo la primera descripción de Camboya en una larga llamada desde Battambang a Barcelona. Desde allí me contó lo que hacía en SAUCE y cómo había conocido a Kike, Juan y Javier. Me animó a conocerlos. Leí sobre Kike y conocí a Juan y Javier. De alguna manera, su ilusión al hablar de Camboya hizo que estuviera seguro de que sería el destino al que acabaría yendo.

También quisiera recordar especialmente las primeras confidencias con Pepín y Noelia. Ellos me presentaron a Carmen, quien desde Entreculturas y desde una profunda experiencia personal, me ayudó a reflexionar sobre el paso que quería dar. Me ayudó a estar abierto a nuevas experiencias, a estar preparado para las más duras y, sobre todo, a conocer mejor mis motivaciones.

Por último, quisiera hacer mención a los amigos y familia que desde hace tiempo han sabido de mis intenciones. Gracias a su apoyo, tomar la decisión ha sido más fácil. Por ello, doy las gracias a mi hermano Alberto, por estar ahí desde el primer momento. A Carlos, por los kilómetros del viaje a Gijón. A Pati y Frans, por nuestras interminables llamadas de teléfono. A Javier, Sandra, Nando y Susana, por nuestras cenas y desayunos de confidencias. A Clara y Tomás por nuestras conversaciones en Montecarmelo. A Diana y María Luisa, por acoger con tanto entusiasmo mi decisión. A Lizzy por hacerme mantener los pies en la tierra. A Espe, por entenderme. A Renata y Borja por animarme y contagiarme su ilusión. A Nacho, por compartir el jetlag en Chicago. Y a Alix y Bertrand, los últimos en llegar, por compartir conmigo sus inquietudes y motivaciones. Gracias a todos a los que he citado y a todos los que faltan.

Empieza el camino. Y empieza con una frase: Stay hungry, stay foolish.